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Restos

Cuento de María Villa
2023 Octubre 30
Una buena nadadora puede morir ahogada si cae al río con botas. Se sumerge y las raíces que crecen en el agua la toman. Ahora es una presa a la que aprender crol no le sirvió de nada. Muere ahí mismo. Muere ahogada.

La bota flota a la orilla del río, alguien se percata. Darse cuenta de un zapato en medio del verde y de los patos. De las garzas y las ramas de los árboles que tocan el agua. A alguien esa bota no le parece basura, le parece un muerto, alguien que corre a diario por ahí y observa. Termina de correr e intenta decidir qué hacer con eso que sabe y, en realidad, no sabe. ¿Será creíble llegar a la comisaría y decir: ?Una bota en el río es la marca de un muerto?? El hombre le dirá que no, que una bota en el río puede ser otra cosa, puede ser basura. Algún sujeto sin casa que se descalzó. Un hombre aturdido de caminar y sentir peso en los pies. Ese día no dice nada. Si alguien ha muerto, alguien buscará a su muerto.

La bota se mueve. Es un objeto curioso para los turistas, peligro para los animales, veneno de aves. Nadie la había buscado, pero hoy es una mañana distinta, hoy alguien la mirará de frente, la hará cambiar de lugar. Hoy se limpia esa parte del río. La que se nota desde las ventanas de los edificios lujosos que, en realidad, están vacíos. La gente que puede comprar un departamento ahí no vive en esta ciudad, vienen a visitar. Esta ciudad es el souvenir con el que se adornan los días feriados, pero igual hay que limpiarles la vista. La bota ensucia.

Un hombre se adentra en el agua, pasa con la red y levanta objetos. Después de la bota hay una chamarra amarilla, color extraño. Nadie acá usa amarillo. Color feo, color incómodo. Hay más ropa. Alguien se desvistió y tiró su ropa al río. Turistas, piensa.

Queda listo, queda bello. Sin rastros de botas o ropas ajenas en la superficie. El hombre que corre por las mañanas se alivia, ya no hay zapato que flote. Puede estar tranquilo. No era un muerto, era basura, como todo lo que llega y el río expulsa. Las palomas se roban el pan de las mesas, los patos navegan y se zambullen. La normalidad del otoño. Clima para salir a correr y que la humedad no lo ahogue.

La bota en la basura municipal. Diez días en el río y ahora ocupa un espacio nuevo, la piel del zapato no se desintegra tan fácil, tomará tiempo para deshacerse entre los cartones de leche y el plástico. Ese camino, lejos de los pies que la caminaron, la dejan ahora anónima, imposible destacar entre los montículos acumulados de nada. El cuero vacuno dura entre 10 y 20 años en buen estado. Se coloca ahí, junto a algún otro resto de persona: el cepillo de dientes, un pañal, el cubrebocas, los guantes, una media sin su par. Todos restos.

El cuerpo humano tardará entre siete y doce días en desintegrarse en el agua. No habrá rastros después que puedan distinguir el cuerpo de las plantas.