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Agny Armando Ugalde Juárez, Agny, 1er. lugar

Concurso "¡Feliz cumpleaños, Parícutin!"
2024 Febrero 13
Morelia, 20 de febrero de 2023
  
Mi querido amigo, hay tanto que quiero contarte.
  
Pos ora verás, Paricutín, estos días me he acordado de ti, o más bien de nosotros, de todo eso que pasamos juntos el día que naciste. Cómo no he de acordarme de la fecha si fue el mero día de mi cumpleaños, tenía diez años en aquel entonces. 

Recuerdo que una noche antes de que todo pasara, el suelo temblaba mucho, se escuchaba un ruido raro que salía desde dentro de la tierra, hasta que al siguiente día todo cambió. Fue tan fuerte el trueno que salió de la tierra, que todos pensamos que era el fin del mundo; muchos decían que era por culpa de nuestros pecados. Entonces, me acordé de mi tía Edelmira, ella tenía muchos pecados, por eso tronaste tan fuerte. 

Recuerdo que por las noches se escuchaba el estruendo de tu interior: aventabas ceniza y lumbre, se veía mucho el resplandor; echabas piedras rojas, rojas, y grandes. Recuerdo que contaba del uno al cien cada que escuchaba el crujir que venía de ti. Ma (uno), tsimáni (dos), tanímu (tres), t´amu (cuatro), iúmu (cinco), así hasta el Iúmu ekuatse (cien). Era para espantar el miedo.
  
Pensé que ya me iba a morir cuanto estallaste. Se escuchaba fuerte, tronabas mucho ¡cómo poder olvidar algo así! Los encinos grandes se movían muy feo, no se cayeron, pero se movían muy feo, y las cenizas viajaban por donde hacía viento. La lava venía despacito. No me fui. Aunque tú me querías sacar de casa, después ni las gallinas me pude llevar. El suelo ya estaba negro porque la ceniza venía de todos lados, ya no permitía sembrar, por eso todos nos fuimos.
  
Ya no viven con los que yo crecí, soy el único que sigue vivo, no sé por qué. De más joven, mi trabajo era muy pesado, caminar de cerro a cerro, dormir entre los árboles y, a veces, sin comer. De rojo se iluminó cada noche, el pueblo se acabó completamente, el pueblito donde vivíamos. Ya nadie podía vivir ahí, fue un tiempo de ir saliendo de los pueblos, dejando las raíces al aire, del lugar donde nacimos, donde crecimos.
  
Ahora duermes, querido amigo, lo sé por el vapor que sale de ti cuando llueve y no termina la lluvia de apagar ese calor que guardas dentro. Ya estoy muy viejito, ya estamos viejos, es por eso por lo que te escribo estas letras, mi amigo, para que me recuerdes cuando ya me haya ido, por qué tu vivirás más que yo; tú seguirás aquí cuando yo no esté más. Pasarán tus ochenta años y otros se agregarán, y yo, yo seré polvo que se perderá entre las cenizas. Pero tú seguirás imponente sobresaliendo en el paisaje.
  
Mi amigo, hoy es día de festejar, de estar contentos de que ambos cumplimos años tu más joven, yo más viejo y quizá éste sea mi último cumpleaños, el último festejo. Que pasen muchos soles frente a ti y permanece dormido, con tu fuego encendido, pero dormido, como si soñaras.
  
Todavía mis sueños que sueño son de allá; todos mis sueños son de allá, donde dejé mi juventud.
  
Me despido por ahora, pero quiero que sepas que estoy agradecido de haberte conocido.

Con afecto, tu amigo Armando.