En el marco de el 8M “Día internacional de la mujer” las alumnas y ex alumnas del Diplomado en Escritura Creativa y Crítica Literaria de la Escuela de Escritura de la UNAM comparten su visión sobre la violencia y los retos a los que se enfrentan las mujeres en su vida cotidiana.
Te invitamos a leer juntas, juntos, juntes y reflexionar acerca de esta fecha.
Camino por el centro, alguna calle con un Oxxo, cualquier calle. La plaza de Santo Domingo tiene apenas un par de luces. Un hombre me detiene frente al Oxxo, frente a esa luz que es otra luz. Te voy a dibujar, dice. No te voy a hacer nada, dice. Está descalzo. Tiene el cabello desacomodado. Comienza a dibujar.
Es eso lo que soy: lo que se dibuja —¿o desdibuja?— mientras traza en la cartulina. El olor y sus manos me dan vuelta. Me mira. Detenido, cerrado, cansado, vago. Me mira. Pienso en esto. Estar en ese lugar con un desconocido que se hace un espejo de mí. Me quedo muda y agachada. Sonrío. ¿Cómo llegué a este lugar? ¿Cómo las manos articulan algún espacio de lo que soy? ¿Cómo soy los ojos de un desconocido que hoy está ahí, bajo una luz cualquiera, la del Oxxo?
Termina el dibujo. De alguna manera, estoy en ese lugar y no en éste. De alguna forma no soy ya la piel que refleja este espacio. Soy ese trozo de papel con lápiz que pronto puede quedar borrado. Saco un billete. 50 pesos. Es todo lo que tengo, se lo doy. Quiero pintar más, me dice. La luz de Oxxo deja mi cuerpo. Camino a Santo Domingo.
Me siento en los portales junto a un desconocido que me quita el zapato, que me mira los pies, los toma en las manos. Veo sus manos en mis pies, sus manos sucias. Quiero ser educada, quiero ser respetuosa, no quiero ser…
Ahora descalzos. Descalzos mis dos pies. El cuerpo en la llamada que hice a mamá. La puerta sola o solitaria. Las puertas solas, solitarias, las cortinas del Centro Histórico. Mis ojos confiados. El hombre con un lápiz fino, sin zapatos, de pelo enredado. Me mira.
Algo hay de terror en este espacio conocido. Le quito el zapato, él lo regresa a mi pie. No quiere que le tenga miedo, me lo dice. Todos me tienen miedo. No quiero que sienta que tengo miedo. Tengo miedo. Mis pies siguen sin parecer míos, se los quedó. El hombre y su queja ¿a qué lugar va lo que él no terminó de copiar? No calcó los pies que tuvo en las manos, no completos. El otro, el pedazo de pie ajeno, se quedó allá en el trozo de papel donde tal vez está la parte que realmente soy.
María Villa nació en Naucalpan, Estado de México en 1991. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación. Cursa la maestría en Literaturas Española y Latinoamericana en la Universidad de Buenos Aires y forma parte del diplomado en Escritura Creativa y Crítica Literaria de la UNAM.