El legado que Taboada intuye en Nacencia es una lengua imprecisa, una lengua que partió, entre otras muchas, de la confusio linguarum, pero que ostenta el arma de su propio uso (habla): en su subjetividad, en los poderes evocativos y metafóricos, en el ingenio de sus caprichos, reside su magnitud y trascendencia. Así se despliega esta suma de entregas para Emilio, su hijo —que es, a su vez, todos los seres en nacimiento—; una suma que recrea la alegoría de la Caverna de Platón, en donde ascender y ver el sol de frente son actos indescriptibles de vastedad y desolación.
A media luz, el niño se acerca a la pared de piedra para tocar con la palma extendida la sombra de su propia mano. Esta concordancia es un evento, una sensación inédita e intraducible. A media luz, una voz externa, quizá anterior, pero en todo caso contigua a los oídos del niño, se acerca a él para decirle: “cuando yo no esté / cuando muera / jamás volveremos a vernos // un corte invisible / divide nuestro abrazo”.
Alejandro Tarrab
Javier Taboada
Nacencia
Ediciones de Punto de Partida, núm. 17
Dirección de Literatura, UNAM
Ciudad de México, 2017