LECTURAS CORTAS
Marcia Saucedo Villegas
Compartimos la calaverita que obtuvo el tercer lugar en el Certamen de Calaveritas “Mujeres en las ciencias, humanidades y artes”. Ésta es de la autoría de una profesora del Centro de Enseñanaza Para Extranjeros de la UNAM.
Atzimba Celeste Muñoz Patiño
Les presentamos el texto ganador del segundo lugar del Certamen de Calaveritas “Mujeres en las ciencias, humanidades y artes” que se llevó a cabo con motivo del XXVI Festival Universitario de Día de Muertos 2023 y cuya ganadora fue Atzimba Celeste Muñoz Patiño, estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Daniela Vázquez Rodríguez
En el marco del XXVI Festival Universitario de Día de Muertos 2023, la UNAM convocó a la comunidad universitaria a participar en el Certamen de Calaveritas “Mujeres en las ciencias, humanidades y artes”. Para reconocer y visibilizar el legado de las mujeres que ya no están, pero cuya contribución en el campo de las ciencias, las humanidades y las artes, abrió brechas hacia nuevos caminos y marcó las pautas para el desarrollo de nuevas ideas.
Brenda Cristina Rosas
Diplomantes de la Escritura Creativa y Crítica Literaria nos comparten sus textos a propósito del Día de Muertos y Halloween por convocatoria de la Escuela de Escritura.
Alejandro Ordóñez
Fieles a la tradición llegaron temprano, las mujeres cargaban ramos de azucenas, jazmines y nardos, con los que adornaron los floreros; los hombres llegaron con las botellas de mis licores favoritos.
Pablo Ignacio Chacón
Vine a prevenirte. A pedirte, susurrando, mientras duermes, que esta tarde esperes a papá. Que a lo mejor demoro un poco, pero que prometo llegar a tiempo para llevarte, a diez mil kilómetros por hora si es preciso, hasta el terminal de bus para que viajes a Lima con tu equipo.
Ana Delia
Era una colección de muñecas góticas. Ni rosa en las mejillas, ni carmín en los labios. Las vendían a precios que iban desde altos a exorbitantes, dependiendo de la antigüedad y la serie a la que pertenecían. Tamara y Nancy, amigas del alma, se enamoraron de ellas desde que vieron sus fotos en una nueva tienda virtual dedicada a la venta de objetos oscuros.
Erick González
No nací de doña Pina, pero ella me cuidó en mi juventud como una madre y en su vejez vi por ella como una hija. Ni mi mudanza al norte de la ajetreada ciudad (motivada por un matrimonio que duró poco, gracias a Dios) ni el nacimiento de mis hijos, pudieron alejarnos nunca. Las visitas a su casa en el lado sur se mantuvieron frecuentes. Mis niños, ahora de cuatro y siete años, crecieron mirándola como una abuela.
Alejandro Ordóñez
Pasaba las vacaciones en el rancho de mi abuelito. Mis compañeros de juegos fueron niños totonacas. Los recuerdo con cariño, aunque se burlaran de mí, era el señorito de ciudad y tenía fama de cobarde. Ocurrió en la noche de los fieles difuntos, cuando los muertitos reciben permiso para visitar a sus seres queridos.