El retrato
El viento mueve el papel picado que cuelga por la ventana. Paula extiende el mantel blanco por la mesa hasta asegurarse que no haya quedado ninguna arruga. Coloca un par de velas nuevas y las calaveras de azúcar que en la mañana consiguió en el mercado. Joaquín aparece con la caja de las decoraciones de siempre. Los dos hermanos son los únicos que ahora viven en la casa. Los otros echaron raíces y tienen los suficientes hijos para tener sus propias tradiciones.
—Oye, ¿no has visto el retrato de Daniel? —pregunta Paula a su hermano.
—Creo que anoche lo dejé por aquí.
—Ya te había dicho que no quiero que esté.