Camarón que se duerme
No pienso mucho en lo que me pasa frente al espejo. Vivir mi cuerpo es vivir el mar: sus corrientes. Me aferro a la boya más cercana. Cuando pauso, caigo directo al fondo. Eso me da tiempo. Me encuentro con boyas que se han hundido. Con palabras que, lejos de la luz, adquieren formas extrañas.
Hay días en los que mi cuerpo se va tan hondo que se encuentra con tiburones de Groenlandia. Uno solo puede vivir hasta 500 años. Más tiempo que los territorios formados por las conquistas de Europa en América. Más que la conversión de los nuevos territorios al catolicismo, o al cristianismo. Por lo tanto, han habitado el mundo más que los cuerpos concebidos desde el binario del género.
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