Demasiado
Su cumpleaños. Quisieras saludarlo, como la última vez. Pero, si lo llamas, reconocerá el número y podría no contestar. O peor: hacerlo. ¿Te volvería a decir no me llames, basta ya déjame en paz puto psicópata? A lo mejor se queda en silencio, nomás, esperando a que sueltes cualquiera de tus pachotadas antes de colgarte. ¿Y si le mandas un audio? Tampoco. Nunca sabrías si lo llega o no a escuchar, pues tiene el check azul desactivado. Además, hay matices en tu voz, cambios de intensidad, variaciones en la extensión de las palabras tan leves que tú mismo no percibes, pero que él, que te conoce, notará, dejando en evidencia tus verdaderas intenciones. Necesitas algo más sutil, Pepe. Un caballo de Troya, una bomba de relojería que explosione de a puchitos y entreabra, poco a poco, lo que antes era puerta y hoy es muro. Con foso y cocodrilos.