Pétalos
La podofilina que me recetaron fue bálsamo comparado con tu silencio corrosivo.
Pedí permiso en el Oxxo donde trabajaba para venir a un “chequeo general”. En la eternidad que duré en la sala de espera me costó dejar de masticar mi cabello, atado en una cola de caballo. Un cigarro, hubiera matado por un cigarro en ese momento. En el consultorio de la Clínica 27 del IMSS me recibió un octogenario con lentes de botella. En el cuarto tronaba un ventilador casi tan viejo como él. La capa de pintura color verde se aferraba a la pared descarapelada. Quise tomar asiento en una de las sillas frente al escritorio, pero con un gesto me condujo hasta la parte de atrás de la cortina azul.